La misericordia deja una huella duradera

Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. Lc 15, 19-21

Un detalle de cariño, un gesto de misericordia, amar al que lo necesita… no cae en vano, no nos deja indiferentes, nos anima, nos hace ver la vida con esperanza, nos lleva a tratar a los demás con el mismo cariño, misericordia, amor.

Recuerda alguna ocasión en que te ayudaron, te trataron con misericordia. ¿Cómo te hizo sentir?

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