Déjate abrazar

“Sacad enseguida el mejor traje y vestirle  ponedle un anillo en la mano, sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo. CELEBREMOS UN BANQUETE…”

¡Cuánta alegría! Siente el Padre.

¡Vaya fiesta! Monta para todos.

El Evangelio no sabe ya que más poner para que entendamos que este momento es una pasada. Es el momento en que el hijo siente cómo es su Padre. Se fue de casa porque no le conocía, vuelve y se encuentra con todo un amor que se sale: injusto, desmedido, ilógico, incondicional, feliz. ¡Él es así!, cualquier otra explicación lo estropearía.

ACOJAMOS SU ABRAZO, QUE SE MUERE DE GANAS POR DÁRNOSLO.

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