El santo de la semana: Carlos de Foucauld

1-3 PRIMARIA

Carlos nació en Francia en 1858.
Su madre era muy creyente y aprendió de ella a conocer a Jesús, a amarle y a rezarle.
Sus padres y su abuela mueren cuando él tiene solo 6 años. El abuelo se hace cargo de él y de su hermana María, de 3 años.
Después de una peregrinación a Tierra Santa, para conocer donde vivió Jesús, decide hacerse monje trapense para vivir como Jesús vivía.
Unos años después va a vivir a África y se hace amigo de los Tuaregs. Traduce a su lengua el Evangelio y vive como hermano de todos.

Desde niño su mamá le enseñó esta oración que rezamos hoy todos juntos:
“Dios mío, bendice a papá, a mamá,
al abuelo, a la abuela
y a mi hermanita”

4-6 PRIMARIA

Carlos nació en Francia, el 15 de septiembre de 1858.
Su madre era muy creyente y aprendió de ella a conocer a Jesús, a amarle y a rezarle.
Sus padres y su abuela mueren cuando él tiene solo 6 años. El abuelo se hace cargo de él y de su hermana María, de 3 años.
De joven, Carlos se aleja de Dios. Él mismo dice solo pensaba en sí mismo y era puro egoísmo.
Con 20 años termina sus estudios en la Escuela Militar pero la vida militar no le gusta… Durante un año se dedica a viajar por Marruecos.
De vuelta a París vive con su familia y se acerca a Dios. Pasa muchos ratos en la iglesia y escribe:
“¡Dios mío, si existes, haz que te conozca!. Pero yo no te conocía…
¡Oh Dios mío! ¡Qué bueno eres! ¡Cómo me guardaste y qué poco yo lo sentía!”
Tras una peregrinación a Tierra Santa decide hacerse monje trapense.
Unos años después es ordenado sacerdote y vuelve a África. Allí vive como único europeo y cristiano se hace amigo de los Tuaregs, traduce a su lengua el Evangelio y vive como hermano de todos.
Los Tuareg le preguntan:
– Hermano Carlos, ¿por qué eres tan bueno?
– Porque soy servidor de alguien más bueno que yo, Jesús.

Carlos de Foucault nos ha dejado esta preciosa oración:
Padre, me abandono en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Te confío mi vida.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.