El Templo no es un mercado

Cuando se acercaba la fiesta de la Pascua, Jesús fue a Jerusalén. Al llegar al Templo, vio que había personas vendiendo bueyes, ovejas y palomas, y también hombres cambiando dinero en sus mesas.

Jesús se dio cuenta de que eso no estaba bien, porque el templo era la casa de Dios, no un mercado. Entonces, hizo un látigo con cuerdas y sacó a todos de allí, junto con los animales. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y tiró las monedas al suelo.

Les dijo:

– ¡Sacad todo de aquí! ¡No convirtáis la casa de mi Padre en un mercado.        (Jn 2)

Hemos leído un trocito del Evangelio de este domingo.
Nos presenta una forma de ser de Jesús que nos sorprende un poco: ¡Jesús se enfada!

Quizá nosotros también queremos hacer de nuestra relación con Jesús un pequeño “mercado”:
– “Jesús: si me ayudas a aprobar este examen… te rezo dos padrenuestros”
– “Si se cura la abuela voy a portarme bien y no faltaré nunca a la catequesis”…

Vemos el vídeo y después podemos compartir cómo es nuestra relación con Jesús, con Dios…

 

 

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