“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed.
Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed;
el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial
capaz de dar la vida eterna”. (Jn 4)
“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed.
Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed;
el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial
capaz de dar la vida eterna”. (Jn 4)
Hoy, como cada jueves, nos toca hacer una máxima un poco más especial.
¿Estás listo?
Música de ambientación para el ejercicio de hoy
Antes de comenzar, siéntate en la postura HARA:
Espalda recta, bien apoyada en el respaldo de la silla.
Pies en contacto con el suelo.
Manos sobre la mesa o sobre los muslos, como prefieras.
Cabeza recta, como si un hilo invisible tirara de ella.
Mantén los ojos abiertos y escucha atentamente las instrucciones.
Extiende las manos sobre la mesa, a la distancia suficiente para que puedas observarlas con detalle.
Hoy te invitamos a «redescubrir» tus manos.
A detenerte a mirarlas y prestar atención a cada rincón de ellas.
(Pausa)
Tómate tu tiempo para observar, con la calma que genera la música de fondo, cada línea, cada forma.
(Damos tiempo para observar, siguiendo, a partir de ahora, con mucha calma)
Los nudillos. Las uñas.
(Pausa)
Revisa cada detalle, aquello que las hace especiales y únicas.
(Pausa)
Mira detenidamente tanto la palma como el dorso.
(Pausa)
Comprueba el tacto: si están suaves o, por el contrario, algo ásperas.
(Pausa)
Presta atención a las sensaciones: si están frías porque acabas de llegar del exterior, o si, por el contrario, están calientes.
(Pausa)
Tus manos, así, tal y como son, son un auténtico regalo.
(Pausa)
Te permiten escribir, trabajar o descubrir.
(Pausa)
Con tus manos cuidas, abrazas, creas lazos, acaricias, ayudas, sujetas a quien no puede,…
(Pausa)
Tus manos pueden servir para hacer lo bueno o, por el contrario, para destruirlo.
(Pausa)
¿Para qué quieres usarlas tú?
Levanta tu mirada y reflexiona sobre lo que acabas de observar.
Compartimos:
¿Has descubierto algo en lo que nunca antes te habías fijado?
¿Habías observado alguna vez tus manos?
¿Cómo quieres usar tus manos?
Para hoy:
Toma conciencia de lo importantes que son tus manos.
Hoy presta atención a cómo y para qué las usas.
Hoy, 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer.
Es una jornada que nos recuerda la importancia de trabajar cada día por la igualdad, la participación y el reconocimiento de lo que aporta la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.
Este día nos ayuda a ser CONSCIENTES de que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres.
Para reconocer que quedan muchas barreras y obstáculos a los que niñas y mujeres se enfrentan diariamente.
Este día también nos sirve para comprender y COMPROMETERNOS.
La igualdad es tarea de todos y cada uno de nosotros.
Ojalá pronto no sea necesario «celebrar este día».
Hasta entonces, intentemos TRANSFORMAR nuestra realidad mediante pequeños gestos que nos ayuden a poner fin a las diferencias entre hombres y mujeres, niños y niñas.
¿Estamos dispuestos?
Dios, muchas gracias por todas las cosas buenas que hay en mi vida.
Te doy gracias por mi familia, por mis amigos, porque tenemos donde vivir y algo para comer cada día.
Gracias por el colegio que nos ayuda a crecer y a formarnos como buenas personas.
Gracias por la paz que podemos disfrutar.
Gracias porque me amas y me acompañas siempre. Amén.
De la mano del cuento de hoy os invitamos a comenzar la mañana tomando conciencia de la importancia de saber acompañar y sentirse acompañado en las aventuras y retos que aparecen a lo largo del día.
LOS TRES CAPITANES DE BARCO
Había una vez tres hermanos que se llevaban muy bien. La verdad es que eran buenos, aunque bastante traviesos y activos.
Cierto día, sus abuelos les regalaron un gran barco de juguete que les fascinó. Estaban deseando llenar la bañera de agua y jugar con él; hacerle navegar como si estuvieran surcando las aguas de un gran océano viviendo emocionantes aventuras.
Al día siguiente, cuando llegaron del colegio y terminaron sus tareas, los tres hermanos llenaron la bañera, pero, cuando colocaron el barco sobre el agua, observaron cómo el barco se hundía y no era capaz de flotar.
Rápidamente, sacaron la embarcación de la bañera, ya que no querían que el agua llegara al interior del barco y lo estropeará. Entonces se dieron cuenta de que su barco tenía un agujero en la parte inferior. Ninguno de los tres había visto dicho agujero el día anterior y tampoco supieron averiguar cómo había aparecido. Lo que sí sabían era que el barco ya no les servía para jugar en la bañera. Fuera del agua, el barco no podría vivir emocionantes aventuras, por lo que no tendría sentido jugar con él.
– Yo ya no quiero jugar con este trasto roto -dijo el hermano mediano.
– Pues yo tampoco -dijo el pequeño-. Si no podemos hacerle navegar, ¡menudo aburrimiento!
Entonces, el hermano mayor se quedó con el barco. Él no quería renunciar a nevegar con sus hermanos. Quería vivir emocionantes aventuras, vencer a las tormentas y escapar de barcos piratas. Quería que los tres se convirtieran, por unos instantes, en los mejores tres capitanes de los mares, navegando en el barco más rápido de todos los tiempos. Sin embargo, eso no podría ser con un barco roto.
Fue entonces cuando cogió el teléfono y llamó a sus abuelos para explicarles que el barco estaba roto, que tendrían que cambiarlo por otro que no se hundiera. Sus abuelos respondieron lo siguiente:
– El barco no está roto. Es así. Está preparado para comenzar con una aventura y vuestra primera gran aventura es hacer navegar el barco.
«Si el barco se hunde porque tiene un agujero» – pensó el hermano mayor- «solo tengo que arreglar el agujero y podrá navegar”. Y así, intento arreglar el agujero. Primero, probó con papel, pero, al ponerlo sobre el agua, el papel se empapaba y de nuevo se hundía. Después, intentó arreglarlo con cartón, pero tampoco funcionó. Finalmente, lo intentó con un trozo de madera. Para ello, tenía que cortar un trozo del tamaño adecuado y conseguir pegarlo al barco. El hermano mayor se pasó toda una tarde cortando trozos de madera, pero no conseguía cortar el tamaño adecuado para su agujero. En ese momento, entraron sus hermanos:
– ¿Qué estás haciendo?- le preguntó el hermano mediano.
– Intento arreglar el agujero del barco para que pueda navegar.
– ¡Qué buena idea! -le dijo el pequeño- ¿Por qué no nos has avisado? Los tres juntos seguro que podemos arreglarlo y hacerlo navegar.
Y fue de esta manera como los tres hermanos, trabajando juntos, consiguieron cortar el trozo de madera del tamaño adecuado y pegarlo a su barco.
La tarde siguiente, con el barco arreglado, llenaron de nuevo la bañera y consiguieron hacer navegar el barco. ¡Qué contentos estaban los tres imaginando que surcaban grandes mares, vivían aventuras, vencían tormentas y escapaban de barcos piratas!
Esa tarde no solo se convirtieron en los mejores capitanes del barco más rápido de todos los mares, sino que también fueron conscientes de que juntos habían trabajado para disfrutar en la mejor compañía que podrían tener.
Para compartir:
¿Con cuál de los hermanos te identificas?
¿Cómo sueles reaccionar ante los retos o problemas?
Una propuesta para hoy:
¿Qué personas que, al igual que el hermano mayor restaurando el barco, pueden necesitar de tu ayuda?
¡Acércate y superad los retos juntos!
«Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
Éste es mi Hijo amado. Escuchadlo”. (Mt 17)
Nos sentamos en una postura cómoda, con la espalda recta.
Inspira suavemente para que el aire llegue hasta el vientre.
Inspira, 1, 2, 3 4 y lentamente suelta, en 1, 2, 3, 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3, 4 y suelta 1, 2 ,3 ,4.
Ahora cierra los ojos con suavidad, inspira profundamente y suelta el aire poco a poco.
Imagina una luz blanca, intensa y resplandeciente por encima de tu cabeza.
Esta luz va a recorrer tu cuerpo.
La luz baja hacia ti, recorre tu cabeza, baja por tus brazos, tu tronco, sigue por tus piernas, hasta que llegue hasta los dedos de los pies.
(Dejamos tiempo)
Ahora la luz vuelve a subir y se para en tu corazón.
De tu corazón se irradia una luz blanca e intensa.
Ponemos la mano izquierda en nuestro corazón y la derecha encima.
Con esta energía, nos mantenemos en reposo, sintiendo, y respirando.
Inspira, 1, 2, 3 4, lentamente suelta en 1, 2, 3, 4.
Damos gracias por nuestra familia y las personas que nos cuidan y protegen.
Visualizamos a cada una de ellas y decimos en nuestro interior:
“Gracias por quererme y cuidarme”.
(Dejamos tiempo para que los niños visualicen y den gracias en silencio mientras escuchan la música.)
Ahora quitamos las manos del corazón, inspira 1, 2, 3, 4 y lentamente suelta 1, 2, 3, 4.
Haz una inspiración profunda y, a tu ritmo y sin prisas, abre los ojos.
Compartimos con los niños:
¿Cómo me he sentido?
¿Por qué he dado gracias?
¿Qué significa que alguien te diga: «cuenta conmigo»?
¿Cuántas personas te lo han dicho alguna vez?
¿Y cuántas te lo han demostrado?
Colaborar y cooperar con el resto pasa por hacernos presentes y acompañar de forma incondicional; en lo fácil y en lo difícil, en lo sencillo y en lo complicado, en lo que me gusta del otro, pero también en lo que me gusta menos.
Vamos a escuchar la canción de Río Roma: “Cuenta Conmigo”.
Después, quien desee, puede compartir una frase que le haya gustado más.
Y una propuesta para hoy: si notas que algún compañero necesita ayuda, acércate y dile que “puede contar contigo».
“Todo va a ir bien” es una canción de Luis Guitarra con ilustraciones de Muxotepotolobat.
Es un canto a la vida, a tirar hacia adelante, a no dejarse llevar por el desánimo…
Después de ver escuchar la canción hacemos juntos esta ORACIÓN
Señor Jesús,
te doy gracias por este día que empieza.
Te pido que estés conmigo durante todo el día
y que me enseñes a confiar porque todo va a ir bien.
También te pido que me ayudes
si hoy algo sale como no quería…
A pesar de las dificultades ve a por tus sueños.
“Scarlett” es un corto de animación que muestra la lucha de una niña que perdió una pierna a causa del sarcoma de Ewing, un cáncer de hueso que afecta principalmente a niños.
El corto está basado en una historia real que inspiró una fundación contra el cáncer infantil.