Vamos a escuchar el villancico «Estoy aquí», del Coro de Tajamar con la colaboración de Amanda Digón.
Está dedicado a María, Madre de Jesús, y a todas nuestras madres, que nos cuidan siempre!!
Vamos a escuchar el villancico «Estoy aquí», del Coro de Tajamar con la colaboración de Amanda Digón.
Está dedicado a María, Madre de Jesús, y a todas nuestras madres, que nos cuidan siempre!!
Hoy, en la máxima, vamos a leer la historia de un viajero…
Hace tiempo que un viajero, en una de sus vueltas por el mundo, llegó a un país diferente.
Le llamó la atención la belleza de sus arroyos que cruzaban los campos, los sembrados.
Cuando había caminado ya un rato, se encontró con las casas del pueblo, sencillas coloridas y con puertas abiertas de par en par.
¡No podía creerlo!. Él venía de un lugar muy distinto…
Se fue acercando, pero su sorpresa fue mayor cuando tres niños, que eran hermanos, salieron a recibirlo y lo invitaron a pasar.
Los padres de los niños invitaron al viajero a quedarse con ellos unos días.
El viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo, a hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñar las vacas,…
Pero había una cosa que no entendía bien…
Algunos días, en varias ocasiones el papá la mamá y los hermanos se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca.
Despacito dejaban una pajita entre María y José.
Con el correr de los días el colchoncito de pajitas iba aumentando y se hacía más mullido.
Cuando le llegó al viajero el momento de partir, la familia le entregó un pan calientito y frutas para el camino, lo abrazaron y lo despidieron. Ya se iba cuando dándose vuelta les dijo:
– Me gustaría preguntarles una cosa antes de irme.
– Qué quieres preguntarnos – le contestaron.
Y el viajero entonces preguntó:
– ¿Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de María y José?
Ellos sonrieron y el niño más pequeño respondió:
Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre.
Y así vamos preparando para que, cuando llegue el niño Jesús, María tenga un lugar para recostarlo.
Si amamos poco, habrá pocas pajitas y el niño pasará frio.
Pero si amamos mucho, Jesús va a estar más cómodo y calientito.
El viajero por fin lo entendió…
Sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la Nochebuena.
Pero una voz dentro de él lo invitó a seguir viajando y llevar a otros pueblos lo que había conocido.
Sobre todo hablarles de los corazones sencillos, tan llenos de amor, como los aquella familia que había conocido…
Para compartir:
Algún detalle que me ha gustado de esta historia.
¿Qué podemos hacer hoy hacer realidad lo que nos cuenta la historia?
El Evangelio de este domingo, el tercero de Adviento, nos presenta a Juan, el Bautista.
Juan vivía en el desierto, preparándose para cuando llegara el Mesías.
Algunos lo seguían, le escuchaban, vivían con él…
Por eso enviaron desde la capital, Jerusalén, a unos sacerdotes y expertos en la ley a preguntar a Juan quién era…
No os perdáis lo que Juan les dijo!
Nos sentamos en una postura cómoda, con la espalda recta.
Inspira suavemente. Inspira en 1, 2, 3 y 4. Lentamente suelta en 1, 2, 3 y 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3 y 4 y suelta 1, 2, 3 y 4.
Ahora cierra los ojos con suavidad, inspira profundamente y suelta el aire poco a poco.
(Se les deja en silencio un rato, con la música)
https://www.youtube.com/watch?v=dzbdnzjX57A
Cierra tus ojos.
Ahí estás, en el portal de Belén, al lado del niño Jesús.
Te sientes feliz porque hoy tú le llevas un regalo a Jesús.
Tienes algo muy especial para él. ¿Qué es?
Se lo das y te sientas tranquilo en el portal escuchando la música.
Te sientes en paz al lado de Jesús. ¿Te dice el niño algo?
Sientes como de tu corazón sale una luz resplandeciente.
Pones la mano derecha en el corazón y encima la izquierda.
Respira, respira lentamente y también lentamente suelta el aire.
(Se repite varias veces.)
Ahora vas a visitar todos los lugares que quieras, casas de amigos, de tu familia, tu cole, el parque donde juegas, las calles por las que andas…
Vas a encontrarte con personas que conoces y personas que no conoces.
En tu camino llevas una gran sonrisa, tu corazón cargado porque has estado con el niño Jesús y les llevas su alegría.
Vas a regalar sonrisas cargadas de alegría.
(Se les deja otro ratito con la música mientras reparten las sonrisas.)
Te sientes feliz, repartiendo sonrisas a todas las personas con las que te encuentras.
Sientes mucha alegría.
Mientras sigues respirando de forma tranquila y consciente…
Ahora poco a poco, a tu ritmo, sin prisas, abre los ojos.
Compartimos:
¿Cómo me he sentido al lado de Jesús?
¿A quién he repartido sonrisas?
La Máxima de hoy nos llega de unas alumnas de MeneJoven de Reinosa.
En este tiempo de Navidad solemos desear paz, nos toca más el corazón todas las situaciones de guerras y de muertes de tantas personas, niños incluidos…
Vemos el vídeo y luego podemos compartir qué es lo que más nos ha gustado…
Escuchamos esta canción de Unai Quirós y Soplos de Vida.
Atentos a ver por qué caminos podemos encontrar a Jesús…!!
Luego compartimos en alto alguno de los caminos…
Una tradición muy bonita de este tiempo de preparación a la Navidad en la Corona del Adviento.
En las casas, en las iglesias, se pone una corona con cuatro velas y cada semana se va encendiendo una de las velas… como preparación a la venida de Jesús, que es nuestra luz…
En la Máxima de hoy vamos a ver el Cuento de las cuatro velas.
Después compartimos algo que nos ha llamado la atención…
Hoy es el Día Internacional del Voluntariado.
Vamos a ver un vídeo de voluntarios de nuestra ONG “SAL” (Solidaridad con América Latina).
Día a día, desde nuestra OGN, con pequeños gestos se consiguen grandes cosas (como el reto de este año 2023: poner techo a una cancha de deportes en Indonesia…).
Después de ver el vídeo podemos compartir cómo puedo yo ser SAL también.
Martín era un humilde zapatero de un pequeño pueblo de montaña. Vivía solo. Hacía años que había enviudado y sus hijos habían marchado a la ciudad en busca de trabajo.
Martín, cada noche, antes de ir a dormir leía un trozo del Evangelio frente al fuego del hogar.
Aquella noche se despertó sobresaltado. Había oído claramente una voz que le decía.
“Martín, mañana Dios vendrá a verte”.
Se levantó, pero no había nadie en la casa, ni fuera, claro está, a esas horas de la fría noche…
Se levantó muy temprano y barrió y adecentó su taller de zapatería. Dios debía encontrarlo todo perfecto. Y se puso a trabajar delante de la ventana, para ver quién pasaba por la calle.
Al cabo de un rato vio pasar un vagabundo vestido de harapos y descalzo. Compadecido, se levantó inmediatamente, lo hizo entrar en su casa para que se calentara un rato junto al fuego. Le dio una taza de leche caliente y le preparó un paquete con pan, queso y fruta, para el camino y le regaló unos zapatos.
Llevaba otro rato trabajando cuando vio pasar a una joven viuda con su pequeño, muertos de frío. También los hizo pasar. Como ya era mediodía, los sentó a la mesa y sacó el puchero de la sopa excelente que había preparado por si Dios se quería quedar a comer. Además fue a buscar un abrigo de su mujer y otro de unos de sus hijos y se los dio para que no pasaran más frío.
Pasó la tarde y Martín se entristeció, porque Dios no aparecía. Sonó la campana de la puerta y se giró alegre creyendo que era Dios. La puerta se abrió con algo de violencia y entró dando tumbos el borracho del pueblo.
– ¡Sólo faltaba este! Mira, que si ahora llega Dios…– se dijo el zapatero.
– Tengo sed –exclamó el borracho.
Y Martín, acomodándolo en la mesa, le sacó una jarra de agua y puso delante de él un plato con los restos de la sopa del mediodía.
Cuando el borracho marchó ya era muy de noche. Y Martín estaba muy triste. Dios no había venido. Se sentó ante el fuego del hogar. Tomó la Biblia y la abrió al azar. Y leyó:
“Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste…
Cada vez que lo hiciste con uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste…”
Se le iluminó el rostro al pobre zapatero. ¡Claro que Dios le había visitado! ¡No una vez, sino tres veces!
Y Martín, aquella noche, se durmió pensando que era el hombre más feliz del mundo…
Para compartir:
¿Qué es lo que más me ha gustado del cuento?
¿Tiene algo que ver este cuento con el tiempo de Adviento que estrenamos?
Empezamos a prepararnos para la Navidad.
Este domingo comenzamos el Adviento.
Es un tiempo de preparar, esperar, adornar, cuidarnos a nosotros y a los demás…
Es una oportunidad para preparar nuestro corazón a recibir a Jesús que va a nacer.