Venga, vamos, ¡arriba!

¿Recuerdas alguna ocasión en que te sentías “muerto”? Por aburrimiento, soledad, vergüenza, fracaso, pena, cansancio… ¿Y alguna ocasión en que has visto a otra persona así?.  Se pasa realmente mal, no ves la salida, pero aparece una mano e intenta levantarte, sin prisa, y tú te dejas, también sin prisa, te dejas cuando te dejas… no es fácil levantarse, salir de esa “muerte” que nos oprime, ni dejarse levantar cuando uno tiene el regalo de una mano cerca.

Los primeros cristianos sintieron que conocer a Jesús era encontrarse con esa mano, que los ponía en pié, los resucitaba, les sacaba de su “muerte”, por eso escriben este relato, para decirnos que Jesús nos da vida y que nuestra mano puede (y debe) levantar la vida de los demás.

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