Jesús y María Magdalena

ENLACE a la narración

GUION:

Me sitúo en una postura tranquila y relajada.
Voy centrándome en el respirar.
Dejo que mi respiración vaya calmando mi interior.
Emociones y pensamientos se van aquietando.
Y anclo mi atención en el presente, aquí y ahora.
Estoy en presencia de Dios.

Cierro mis ojos y revivo el encuentro del Resucitado con la Magdalena.

Escucho su pregunta: “¿Por qué lloras?”
Y voy dejando que suban mis amarguras, mis disgustos, mis tristezas…
“¿Por qué lloras?”

Voy liberando mis decepciones, mis soledades, mis penas,…

“¿Por qué lloras?”

Siento que, en el fluir de todas mis lágrimas, me voy serenando.

Escucho con sobresalto que Él me llama por mi nombre: “María”
Pero no es ese el nombre que escucho… escucho mi propio nombre, el mío, con claridad de fortaleza.

Sigo respirando con calma y en el ritmo de la respiración se incorpora la llamada de Jesús por mi nombre, repetidamente.

No pienso nada, solo me dejo hacer, me abandono a los acentos de mi nombre.
Siento que es una voz que quiere liberarme de mis frustraciones de mis desesperanzas.
Su acento es de acogida incondicional, de alegría.

Jesús pronuncia mi nombre, su mirada luminosa me llena de vida y esperanza.

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