¡Tú eres mi hijo amado!

Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo, que decía:
– Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
(Mt 3, 17)

“Tú quién eres”, le preguntaron a un niño en el pueblo de sus abuelos un día de estas navidades.
“Yo soy el hijo de Luis y Ángela”, respondió el niño sin dudar.
Porque en los pueblos no importa tanto cómo te llamas, sino quiénes son tus padres, tus abuelos, de qué familia eres…

El Evangelio de este domingo se parece un poco a esta historia.
Jesús se acerca al río Jordán para ser bautizado por Juan.
Y se oye una voz de Dios Padre: “Este es mi hijo amado”.

Y eso sucede con cada persona que es bautizada: desde ese momento es “hijo amado de Dios, hermano de Jesús”.

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