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CONCLUSIÓN DE LA CELEBRACIÓN DE ENTRADA AL CAPÍTULO GENERAL  – ROMA 1 marzo´18   (Yannick Housay)

Queridos amigos, queridos Hermanos,

Estamos aquí reunidos en Roma, no en nuestro nombre propio, sino en nombre de la Congregación en su conjunto y en nombre de toda la Familia menesiana.

Estamos aquí, para que, por las decisiones y las orientaciones que vamos a tomar, el Reino de Dios venga hoy a este mundo.

 

En nosotros, aquí, como en el corazón de Juan-María y de Gabriel, tan cerca de nosotros esta noche, rezando por nosotros, hay el deseo que crezca y se afirme la paz y el amor que Cristo ha venido a traer a nuestro mundo. Hay el deseo que podamos contribuir a ese Reino como el Señor nos llama a ello.

El Capítulo general es un evento muy importante en la historia de una Congregación.

Nosotros, aquí, somos llamados a ser actores de esta historia. Seremos estos actores apasionados y desinteresados. Seremos discípulos amorosos de su Maestro hasta estar dispuestos a seguirlo, a todas partes, y llevar con nosotros a nuestros hermanos.

Recordaremos también que el actor principal de este Capítulo es el Espíritu-Santo. El sabe escribir entre nuestros renglones torpes; El sabe hablar con elocuencia a partir de nuestras palabras pobres; El actúa con fecundidad en el corazón de nuestros gestos y nuestras decisiones y a pesar de nuestras infidelidades.

Le haremos mucho sitio, por la oración y la escucha interior. Ya, le agradecemos por su presencia y nos confiamos en El.

Nos gusta también entregar este Capítulo general a María, nuestra madre, siguiendo a nuestros fundadores, en comunión con los hermanos y tantos laicos en el mundo que van a seguir atentamente las obras del Capítulo y que prevén orar por nosotros.

Para discernir los signos del Espíritu, abrir una página nueva para la misión de evangelización y educación de los jóvenes, despertar en nosotros el don del Carisma menesiano que nos han hecho, ser artesanos de paz en un mundo desgarrado e inquieto, ¿se podría encontrar mejor persona que María para guiarnos, acompañarnos? La rezaremos con un corazón ardiente, un corazón de niño.

Al abrir este Capítulo, quisiera que recordáramos esa bella oración de nuestro padre Juan-María de la Mennais. Quisiera sacar unas frases y dejarnos tocar el corazón.

Providencia de mi Dios,

Providencia siempre tan buena, tan cuerda,

Nos abandonamos en ti, sin reserva.

Haz de nosotros lo que te guste.

No tenemos otra voluntad que cumplir la tuya.

Providencia de mi Dios, vigila sobre tus hijos, fortalécelos, dirígelos.

Se su defensor, su guía, su luz, su consejo, su alegría, su esperanza.

¡Dios solo en el tiempo! ¡Dios solo en la eternidad!

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