Que mi vida sea luz

Nos sentamos en una postura cómoda, con la espalda recta.

Inspira suavemente. Inspira en 1, 2, 3 y 4. Lentamente suelta en 1, 2, 3 y 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3 y 4 y suelta en 1, 2 ,3 y 4.

Cierra los ojos con suavidad, inspira profundamente y suelta el aire poco a poco.

Escuchamos la música:

https://www.youtube.com/watch?v=Zx9Yy–pubI

Ahora, simplemente céntrate en la respiración…
Inspira y suelta el aire lentamente…
(Se repite varias veces)

Imagínate una vela grande, con una luz blanca y resplandeciente.
Esta luz ilumina tu vida.
Siente a través de la vela encendida cómo Jesús está a tu lado y te cuida.

Escucha la música dejando que tu cuerpo se relaje.

Ahora puedes encender diferentes velas pequeñas y ponerlas alrededor de la grande, agradeciendo tu vida.
Las diferentes velitas representan momentos de tu vida en los que te has sentido feliz.
Al encender cada velita da gracias por esos buenos momentos que la vida te ha regalado…

Disfruta este momento, de la tranquilidad y la alegría.
Te sientes feliz y agradecido.
Sientes que estás “llamado a algo grande”… a llevar tu luz a los demás.
Repites en tu interior:
“Qué mi vida sea luz para otros”.
“Qué mi vida sea luz para otros”.

Vuelve a centrarte en tu respiración.
Inspira suavemente y suelta el aire lentamente… Inspira y suelta…

(Se deja a los niños escuchando la música.)

Ahora haz una inspiración más profunda y, poco a poco, a tu ritmo y sin prisas, abre los ojos.

Para compartir:
¿Cómo se he sentido?
¿Dónde y para quién me gustaría ser luz?