Juntos es posible

Hoy vamos a leer una historia. Seguro que con tu imaginación vas darte cuenta de que a veces pasamos por situaciones parecidas a lo que se cuenta.
Después podemos compartir lo que esta historia le dice a cada uno…

Había una vez un ogro que se dedicaba a asustar a todos los animales y seres del bosque. Se paseaba entre los árboles y los arbustos como si todo fuera suyo, asustando a todos los que se encontraba.

El ogro fanfarroneaba todo el tiempo, siempre dispuesto a mostrar que era superior a los demás. Y como no había en el bosque nadie lo suficientemente grande y fuerte como para enfrentarse a él, el ogro fanfarrón no dejaba de molestar.

Un día, un duende y un cervatillo se pusieron de acuerdo para intentar asustar al ogro y que los dejara en paz.

– He encontrado un espejo en el bosque y he tenido una idea -dijo el duende. Lo único que tienes que hacer es provocar al ogro para que te persiga y esconderte detrás del espejo.

– ¿Qué harás tú? —preguntó el cervatillo.

– He estado practicando y me he fabricado un tubo que amplifica la voz -dijo el duende. ¡Ya verás!

Al día siguiente, el cervatillo se hizo el encontradizo y provocó al ogro.

– ¡Eres el ogro más feo del mundo! -gritó el cervatillo.

– Como te coja te vas a enterar -dijo el ogro.

– ¡Inténtalo, ogro fanfarrón, feo y bobalicón! -dijo el cervatillo.

– ¿Cómo has dicho? -gruñó el ogro. ¡Te vas a enterar!

El ogro fue hacia el cervatillo, que empezó a correr por todo el bosque. Pero en vez de llevarlo directamente hasta el espejo, decidió darse una vuelta para cansar al ogro primero.

– ¡Estás loco! ¡Como te coja…! -le decían los demás animales.

Después de un rato, el cervatillo llegó hasta el lugar que había acordado con el duende y se escondió detrás del espejo. En cuanto el ogro lo alcanzó, se vio reflejado en el espejo, a la vez que el duende, haciendo una voz profunda y potente, gritaba:

– Te voy a comer, ogro; te voy a comer. Ven aquí y no te escapes.

El ogro, que nunca se había visto en un espejo, pensó que de verdad había otro ogro allí. Y se asustó tanto que salió corriendo.

Nadie le ha vuelto a ver por el bosque. Pero, por si acaso, han guardado el espejo a buen recaudo, por si tienen que volver a darle al ogro de su propia medicina.