No te rindas, estás acompañado

¿Recuerdas alguna ocasión en que has deseado «rendirte»? ¿Algún momento en que has sentido que no merecía la pena…? ¿Qué te ayudó a seguir?
Un día Juan María  escribió esto en una carta:

«Varias veces, agotado por el cansancio, he estado a punto de pararme en el camino y dormirme, como esos viajeros a quienes un frío mortal coge entre la nieve; pero al fin la mano de Dios me ha despertado, animado, sostenido, y los dos hermanos, apoyándose el uno en el otro, han llegado, bien que mal, al fin que nos proponíamos alcanzar» (JMª)

¿Qué te sugiere? Ninguna mano mágica nos ayuda, pero siempre podemos sentir una fuerza interior que nos anima y sostiene o un hermano que nos apoya y acompaña.

 

Share Button

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.