Cambia la historia

Detrás de cada mujer refugiada, hay una historia de supervivencia.

Si mis dedos,
mis pies,
mis piernas,
si mi cuello,
mis ojos,
mi cabeza,
si mis manos,
mis brazos,
mi espalda,
si mis pechos,
mi ombligo,
mi alma
fuesen capaces de sentir
las heridas y cicatrices
que todas llevamos en los cuerpos,
despedazaría las cuerdas,
las cadenas,
las sogas,
ahogaría los gritos,
los golpes,
el quejido,
repararía los daños,
las lágrimas,
la locura,
cosería los cortes,
los quiebres,
la Historia.

A mis hermanas // María L. Alonso

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