ARRIBA: Yahya*, de 15 años, y su padre junto a su tienda de campaña en un campamento para desplazados internos en el noroeste de Siria.
Siria vuelve a entrar en la Lista de Vigilancia de Emergencia entre los cinco primeros por primera vez desde 2021, después de que grupos armados no estatales lanzaran una ofensiva sorpresiva a finales de 2024, lo que provocó un rápido colapso de las fuerzas gubernamentales. Al cierre de la edición de la Lista de Vigilancia, la situación es muy incierta. Grupos armados no estatales controlan la capital, Damasco, mientras que el presidente Bashar al-Assad ha huido, según se informa, a Moscú. El conflicto, que se había estabilizado relativamente en los últimos años, ha dado un giro dramático, con graves consecuencias para todos los sirios, que están atravesando su decimocuarto año de guerra. Incluso antes de esta escalada, el conflicto había obligado a 13,8 millones de personas a huir de sus hogares —la segunda mayor crisis de desplazamiento del mundo— y sumido a la población en una pobreza casi universal. Si los últimos cambios en el conflicto permitirán a los sirios comenzar a reconstruir sus vidas en 2025 o agravarán la crisis sigue siendo una incógnita.
