Jesús conocía muy bien la importancia de la luz en aquel tiempo en su tierra de Judea.
Por eso hablaba de Dios como luz para el camino…
También de no encender una lámpara para ponerla debajo de la cama, sino en el candelero, bien alta, para que diese luz a todos los de casa.
Las lámparas de aquella época eran parecidas a esta de la imagen: tenían una mecha de hilo y aceite, que daba luz al quemarse. Era muy importante tener preparada la lámpara para no quedarse a oscuras por la noche…
En el Evangelio de este domingo, Jesús habla de unas jóvenes que iban a una fiesta. La fiesta era una boda… pero el esposo podía elegir a una de ellas como esposa. Había que prepararse bien para asistir a esa fiesta…
¿Qué sucedió?
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
– El Reino de los Cielos se parece a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. (Mt 25, 1)