Iba un duende andando por el bosque con la mochila cargada de sueños.
Paró en el camino para descansar y reponer fuerzas.
– ¿Dónde vas tan cargado? – escuchó que le decían.
Era una pequeña ardilla que asomaba su cabecita entre unas piedras.
– Voy cargado de sueños – contestó risueño.
– ¿Tú tienes algún sueño? – preguntó el duende a su vez.
La ardilla se quedó pensativa unos segundos y negó con la cabeza.
– ¡Toma el que quieras! – le dijo el duende abriendo la mochila.
La ardilla dudó unos instantes y metió la patita eligiendo el sueño de no pasar hambre jamás.
Un jabalí presenció todo y decidió seguir al duende y hacerse el encontradizo.
– ¡Hola duende! – le dijo- ¿dónde vas tan cargado?
– Voy cargado de sueños – contestó.
– ¿Tú tienes algún sueño? – le preguntó el duende, como esperaba.
Como no contestó, el duende abrió su mochila y le ofreció.
– Coge el sueño que desees.
Y el jabalí eligió ser rico toda su vida.
El duende continuó su camino y se encontró con un águila.
El ave eligió poder volar mucho más alto y viajar por todo el mundo.
Encontró un sapo que eligió ser un gran tenor.
Una garza que soñaba con ser una gran pintora.
Una mañana se encontró con una hormiga y el duende le habló de su mochila de los sueños y, como a todos, le ofreció elegir uno.
La hormiga, sonriendo, le dijo que no quería nada.
– ¿No tienes ningún sueño por cumplir? – preguntó el duende extrañado.
Y más extrañada contestó la hormiga:
– ¡Soy muy feliz y, con serlo, todos mis sueños están cumplidos!
Para pensar y compartir el que lo desee:
¿Tú tienes algún sueño?
¿Qué le dirías al duende?