
Hace unos meses celebrábamos el nacimiento de Jesús en Belén, celebrábamos la Navidad.
Jesús fue creciendo y aprendiendo de sus padres, José y María viviendo en su pueblo de Nazaret.
Cuando tenía unos 30 años comenzó a enseñar en todos los pueblos la “Buena Noticia de parte de Dios”. Que Dios nos ama y quiere que seamos felices. Que hay muchas injusticias en el mundo y debemos ayudar a que los que menos tienen puedan vivir dignamente y ser también felices. Que todos somos hijos de Dios y hermanos, que debemos amarnos, ser buenos y perdonar a los que nos hacen daño. Que debemos ser generosos con quienes necesitan de nuestra ayuda.
Jesús reunió un grupo de amigos que le seguían de aldea en aldea y también anunciaban la “Buena Noticia de parte de Dios”. Durante tres años fueron recorriendo toda la tierra de Galilea y Judea y participando en las fiestas de los judíos en Jerusalén, la capital.
Una de las veces que fueron a Jerusalén, para celebrar la Pascua, Jesús entró a la ciudad montado en un burro. Toda la gente estaba muy feliz de verlo recorrer las calles. Lo aclamaban, lo aplaudían y movían ramas de palma y de olivo en señal de alegría. Todas las personas lo amaban mucho y le decían:
¡Hosanna al hijo de David!
Sin embargo, los dirigentes religiosos de Israel se pusieron furiosos, porque Jesús decía que era el hijo de Dios y no soportaban que la gente amara y siguiera tanto a Jesús. Y comenzaron a pensar cómo apresarlo para poder matarlo sin que la gente se rebelara contra ellos.
Decían: “¡Todos van detrás de él. Debemos hacer algo para impedir que el pueblo lo siga!
Una noche en que Jesús reunió a sus amigos para cenar con ellos (él sabía que iba a ser la última cena con ellos antes de que lo mataran) les dijo: Tomad y comed de este pan, porque desde hoy, cada vez que lo hagáis en recuerdo mío este pan será mi Cuerpo. Tomad y bebed este vino, porque desde hoy, cada vez que lo hagáis en recuerdo mío este vino será mi Sangre.
Uno de sus amigos lo traicionó y dijo a los dirigentes religiosos de los judíos: ¿qué me dais si os lo entrego?
Ellos le ofrecieron 30 monedas de plata y así fue como apresaron a Jesús…
Esos dirigentes llevaron a Jesús a las autoridades romanas, que eran quienes podían condenar a muerte a las personas que cometían algún delito.
Aunque Jesús no había hecho nada malo, lo condenaron a muerte y lo crucificaron, que era una forma de morir muy dolorosa.
Sus discípulos huyeron de miedo al ver que habían matado a Jesús…
Pero Dios, el Padre Bueno, al que Jesús llamaba “Abba” (Papá) resucitó a Jesús, lo devolvió a la vida.
Pasaron cosas extraordinarias:
– Unas mujeres fueron a llevar perfumes a la tumba de Jesús, pero vieron que la piedra que cerraba estaba movida
– Unos ángeles se les aparecieron y les dijeron que Jesús ya no estaba allí, que había resucitado.
– El mismo Jesús se apareció a otra mujer, que se llamaba María, pero ella no lo reconoció…
– Dos discípulos fueron a ver el sepulcro y se encontraron las vendas con las que envolvieron en cuerpo de Jesús en el suelo…
– Dos de sus discípulos se volvían a su pueblo, desanimados, y en el camino se encontraron a uno que se puso a caminar con ellos… Ya en casa, al cenar, el desconocido bendijo el pan y se lo repartió. Entonces recordaron que eso mismo había hecho Jesús en la Última Cena y se volvieron a contárselo a sus compañeros.
Hasta que Jesús mismo se les apareció a todos reunidos y les dijo: ¡Alegraos!, ¡No tengáis miedo! No veis que estoy vivo…
Aunque estaban muy contentos con esas palabras algunos dudaban de que Jesús estuviera vivo de verdad y hubiera resucitado… por eso el mismo Jesús se les apareciendo varias veces para decirles: “Soy yo, estoy vivo y quiero que viváis alegres y en paz”.