«Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
Éste es mi Hijo amado. Escuchadlo”. (Mt 17)