Iluminas mi vida

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Nos sentamos en una postura cómoda, con la espalda recta.
Inspira suavemente. Inspira, 1, 2, 3, 4 y lentamente suelta en 1, 2, 3, 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3, 4  y suelta 1, 2 ,3 ,4.
Cierra los ojos con suavidad, inspira profundamente y suelta el aire poco a poco.

Escucha la música…

https://www.youtube.com/watch?v=Zx9Yy–pubI

Ahora, simplemente, céntrate en la respiración.

Inspira, 1, 2, 3, 4 y lentamente suelta el aire 1, 2, 3, 4.

(Se repite varias veces)

Imagínate una vela grande, con una luz blanca y resplandeciente.
Esta luz ilumina tu vida.

Siente a través de la vela encendida cómo Jesús resucitado está a tu lado y te cuida.

Escucha la música y relájate.

Ahora puedes encender diferentes velas pequeñas y ponerlas alrededor de la grande.
Cada vela representa a alguien en quien pienses.
Alguien que esté enfermo, alguien que quieras mucho, alguien que quieras recordar por algo especial, algún amigo, algún familiar…

Disfruta este momento con tranquilidad…

No te olvides de tu respiración…
Inspira suavemente. Inspira, 1, 2, 3, 4 y lentamente suelta en 1, 2, 3, 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3, 4, y suelta 1, 2 ,3 ,4.

(Se deja a los niños escuchando la música.)

Ahora haz una inspiración profunda y, poco a poco, cada uno a su ritmo, sin prisas, abre los ojos.

Compartimos:
¿Cómo me he sentido.
Si alguien quiere compartir alguna vela que ha encendido, diciendo nada más el nombre de la persona a la que quería recordar…

 

 

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La Pascua es el tiempo de la paz

Los cristianos estamos en el tiempo de Pascua, celebrando la resurrección de Jesús.
Jesús resucitado siempre les saludaba a sus discípulos diciéndoles: “paz a vosotros”… “no tengáis miedo”.
Por eso hoy vamos a desear también nosotros PAZ a aquellos que lo están pasando peor, sobre todo a los que sufren por la guerra.
Nos acordamos especialmente de los niños y niñas de Ucrania

Hacemos juntos, despacito, esta oración de San Francisco de Asís por la PAZ

Señor:
haz de nosotros instrumentos de tu paz,
donde hay odio, pongamos amor,
donde hay ofensa, pongamos perdón,
donde hay error, pongamos verdad,
donde hay desesperación,
pongamos esperanza,
donde hay tinieblas, pongamos tu luz,
donde hay tristeza, pongamos alegría.

Mirada positiva

En una pequeña aldea vivía un hombre que cada mañana traía agua desde un manantial ubicado a pocos kilómetros de distancia. Colocaba dos grandes cántaros a ambos lados de una gruesa barra de madera que, a su vez, apoyaba en sus hombros. Y así, con la alegría en el cuerpo y una sonrisa en el alma, comenzaba un camino que siempre era el mismo.
Tardaba más o menos una hora en llegar hasta el manantial. Una vez allí, se sentaba un rato a descansar y después llenaba los dos cántaros para iniciar el regreso.

Aunque eran parecidos, había una diferencia importante entre ambos recipientes. Uno cumplía a la perfección su trabajo, pues mantenía toda su agua intacta durante el trayecto. En cambio, el otro, debido a una pequeña grieta en uno de sus costados, iba perdiendo agua durante el regreso; al llegar de nuevo a la aldea había perdido la mitad de su contenido.

Este último cántaro, conforme pasaban los días, se sentía cada vez más y más triste, pues sabía que no estaba cumpliendo con su trabajo. Y aun así no entendía por qué su dueño no lo arreglaba o, directamente, lo sustituía por otro. Pensaba: “Quizá esté esperando el momento en que me rompa totalmente para cambiarme por uno más nuevo”.

Y así pasaban los días, y las semanas, y los meses, y el cántaro cada día se sentía menos útil…
Llegó el día en que ya no pudo aguantar más y, aprovechando que el aguador lo abrazaba entre sus manos para llenarlo de agua, se dirigió a él:
– Me siento culpable por hacerte perder tiempo y esfuerzo. Te pido que me abandones y me cambies por otro más nuevo, pues ya ves que soy incapaz de servirte como debiera.
– ¿Qué? -contestó el aguador, extrañado-. No te entiendo, ¿por qué dices que no me sirves?
– Acaso no te has dado cuenta de que estoy roto y voy perdiendo la mitad del agua durante el camino de vuelta.

El aguador, conmovido, mostró una pequeña sonrisa, la abrazó junto a su pecho y le dijo en voz baja:
– No eres mejor ni peor, simplemente eres diferente y justamente por eso te necesito.

El cántaro no entendía nada.
– Mira, vamos a hacer una cosa -le contestó el aguador-. Hoy, durante el trayecto de vuelta quiero que te fijes bien a qué lado del camino crecen flores.

Para compartir:
¿El cántaro se fijaba más en sus cualidades o en sus defectos?
¿Por qué valoraba el aguador al cántaro agrietado?

Para hoy:
Hoy vamos a tener una “mirada positiva” hacia los demás y hacía nosotros mismos, fijándonos más en nuestras cualidades y no en nuestros defectos?

 

Quédate con nosotros

Dos discípulos de Jesús iban andando el primer día de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unos kilómetros de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Ya cerca de la aldea donde iban, Jesús hizo un gesto de seguir adelante; pero ellos le dijeron:
– Quédate con nosotros, porque atardece y el día está terminando.
Y Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.

A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. (Lc 24)

 

 

 

Me cubro de belleza

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Nos sentamos en una postura cómoda, con la espalda recta.
Inspira suavemente. Inspira, 1, 2, 3, 4. Lentamente suelta en 1, 2, 3, 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3, 4 y suelta 1, 2 ,3 ,4.
Cierra los ojos con suavidad, inspira profundamente y suelta el aire poco a poco.

Escucha la música…
https://www.youtube.com/watch?v=90bDeVegXPg

Ahora, simplemente céntrate en la respiración.

Inspira, 1, 2, 3, 4 y, lentamente, suelta el aire 1, 2, 3, 4.

(Se repite varias veces)

Vas a escuchar la música y te vas a imaginar que van cayendo sobre ti flores, muchas flores blancas.
Las flores representan todas las cosas buenas y alegrías que tienes en tu vida.

Estas flores se van posando sobre ti y a tu alrededor.
Disfruta este momento. Te sientes tranquilo/a, en paz.

No te olvides de tu respiración.
Inspira suavemente. Inspira, 1, 2, 3, 4. Lentamente suelta en 1, 2, 3, 4.
Coge aire otra vez en 1, 2, 3, 4, y suelta 1, 2 ,3 ,4.

(Se deja a los niños escuchando la música.)

Ahora haz una inspiración profunda y, poco a poco, cada uno a su ritmo, sin prisas, abre los ojos.

Para compartir:
¿Cómo me he sentido?

 

 

Madre Tierra

El día 22 de abril es el Día Internacional de la Madre Tierra.

Si hablamos de la Tierra como de un planeta más no nos importará mucho…
Si hablamos de la Madre Tierra seguro que todos queremos lo mejor para ella, como para nuestra madre!!

Para todos:
Hagamos hoy un pequeño gesto para cuidar mejor a nuestra Madre Tierra (reciclar, no ensuciar, descubrir la belleza de un paisaje, del atardecer, de una flor, del canto de un pájaro,…)

Para los mayores:
Si queréis saber algo más sobre el cuidado de la Madre Tierra podéis ver la CARTA DE LA TIERRA

Aleluya

La palabra “aleluya” es una adaptación al español de una expresión en hebreo que dice: “alabad a Dios”.
Para los cristianos es una expresión de alegría, de fiesta,… porque ¡Jesús ha resucitado!.
Por eso, en este tiempo de Pascua, se emplea mucho el “aleluya” en canciones y oraciones.

Después de escuchar la canción hacemos juntos esta ORACIÓN:
Jesús ha resucitado, ¡aleluya!
por eso estamos alegres, ¡aleluya!.
Jesús nos trae su paz, ¡aleluya!
Él camina a nuestro lado, ¡aleluya!.

 

Los tres árboles

Cuenta una historia que, en una colina de un bosque había tres árboles.
Hablaban acerca de sus sueños y planes de futuro.

Dijo el primero:
“Algún día seré cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Todos verán mi belleza”

El segundo árbol dijo:
“Algún día seré un gran barco donde viajen los más grandes reyes y reinas a través de los océanos. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y mi poderoso casco”.

Finalmente el tercer árbol dijo:
“Yo quiero crecer para ser el más alto de todos los árboles en el bosque. Así estaré cerca de Dios. Seré el árbol más grande de todos los tiempos y la gente siempre me recordará”.

Durante años, los tres árboles oraban a Dios para que sus sueños se convirtieran en realidad.
Un día, un leñador los taló y se los vendió a unos carpinteros.

Con el primer árbol hicieron un cajón de comida para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues eso no era lo que él había pedido tanto.

El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña barquita de pesca, y fue puesto en un lago. Sus sueños de ser una gran embarcación habían llegado a su fin.

El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y lo abandonaron en la oscuridad de un almacén.

Al verse así, los tres árboles sintieron que sus planes habían fracasado.

Sin embargo, una noche, José y María llegaron al establo y pusieron al Niño Jesús en el pesebre. Entonces el primer árbol descubrió que había contenido el mayor tesoro de la humanidad.
Años más tarde, Jesús y algunos discípulos subieron a la pequeña barca para cruzar el lago de Galilea. Durante la travesía, una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvarlos. Pero Jesús se levantó y calmó la tempestad. Y el segundo árbol descubrió que llevaba al Rey de todos los reyes y Señor de señores.
Finalmente, alguien cogió dos de las tablas que estaban en el almacén y sobre ellas crucificaron a Jesús. Cuando llegó el domingo, Jesús resucitó y el tercer árbol sintió que había estado más cerca de Dios de lo que nunca pudo imaginar.

Para compartir:
¿Qué te gusta más del cuento?
Has sentido alguna vez que tus sueños no se cumplían… pero resultó que sí (aunque de otra forma…)

Para hoy:
“Nunca dejes de soñar”
Sueña hoy con algo bueno para ti y para la clase en este trimestre…

 

 

Ha resucitado

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
(Juan 20)