La importancia de saber escuchar

Don Antonio, profesor de ciencias, había pedido a sus alumnos que estudiaran algún animal, hicieran una pequeña redacción, y contaran sus conclusiones al resto de la clase. Unos hablaron de los perros, otros de los caballos o los peces, pero el descubrimiento más interesante fue el de la pequeña Sofía:
– He descubierto que las moscas son unas gruñonas histéricas – dijo segurísima.
Todos sonrieron, esperando que continuara. Entonces Sofía siguió contando:
– Estuve observado una mosca en mi casa durante dos horas. Cuando volaba tranquilamente, todo iba bien, pero en cuanto encontraba algún cristal, la mosca empezaba a zumbar. Siempre había creído que ese ruido lo hacían con las alas, pero no. Con los prismáticos de mi papá miré de cerca y vi que lo que hacía era gruñir y protestar: se ponía tan histérica, que era incapaz de cruzar una ventana, y se daba de golpes una y otra vez: ¡pom!, ¡pom!, ¡pom!. Si hubiera mirado a la mariposa que pasaba a su lado, habría visto que había un hueco en la ventana… la mariposa incluso trató de hablarle y ayudarle, pero nada, allí seguía protestando y gruñendo.

Don Antonio les explicó divertido que aquella forma de actuar no tenía tanto que ver con los enfados, sino que era un ejemplo de los distintos niveles de inteligencia y reflexión que tenían los animales, y acordaron llevar al día siguiente una lista con los animales ordenados por su nivel de inteligencia…

Y así fue como se armó el gran lío de la clase de ciencias, cuando un montón de papás protestaron porque sus hijos… ¡les habían puesto entre los menos inteligentes de los animales!. Según los niños, porque no hacían más que protestar, y no escuchaban a nadie.

Don Antonio tuvo que hacer muchas aclaraciones y hablar con algunos padres que estaban bastante enfadados… pero aquello sirvió para que todos los niños se dieran cuenta de los importante que es saber escucharnos… y ¡no solo los padres!.

Desde aquel día hubo menos discusiones en la clase y en el patio… y, al llegar a casa, los niños se dieron cuenta de que también los padres les escuchaban con más atención.