Yo soy la luz del mundo

Al pasar, Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.
Jesús dijo:
– Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
– Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista. (Jn 9)

 

Atender mis ritmos

LOGO HARA

Hoy, como cada jueves, nos toca hacer una máxima un poco más especial. ¿Estás listo?

(Música de ambientación)

Antes de comenzar, siéntate en la postura HARA:
Espalda recta, bien apoyada en el respaldo de la silla.
Pies en contacto con el suelo.
Manos sobre la mesa o sobre los muslos, como prefieras.
Cabeza recta, como si un hilo invisible tirara de ella.

Ahora cierra los ojos.
Coge aire y suéltalo despacio.
Repítelo las veces que necesites hasta que notes que estás tranquilizándote y concentrándote en lo que estamos haciendo.

Hoy practicaremos un ejercicio que nos ayudará a trabajar la atención y la concentración.

Para ello, vamos a empezar escuchando muy atentamente nuestra respiración.
(Pausa)

Al hacerlo, notaremos dos movimientos: veremos cómo el aire sale de nuestro cuerpo y cómo entra.
Cada vez que cojamos y soltemos aire, contaremos para nosotros mismos una respiración.
(Pausa)

Sin embargo, hay una condición: si en algún momento te distraes y empiezas a pensar en algo que no sea tu respiración, volverás a empezar a contar desde el número 1.

(Repetimos explicación si lo consideramos necesario)
Ahora sí, comenzamos.
(Pausa)

A partir de este momento, cada uno escucha su respiración y comienza a contar mentalmente intentando no pensar en nada más que en la respiración.
Si alguien se distrae, no pasa nada, vuelve a empezar con normalidad procurando no volver a distraerse.

Empezamos en 3, 2, 1… ya.
(Dejamos un ratito de silencio para que puedan realizar el ejercicio)

Bien, paramos ahí.
Recuerda el número que has alcanzado y, manteniendo los ojos cerrados, poco a poco puedes comenzar a estirarte como tu cuerpo necesite, sin prisa.

Finalmente, coge aire y suéltalo una vez más.
(Pausa).

Cuando estés listo, abre los ojos de nuevo.

Piensa y comparte
¿Cómo te has sentido?
¿Te ha costado mantener la concentración?

 

Coloreando días grises

Hoy os invitamos a escuchar una canción que habla de las pequeñas cosas del día a día.
Las cosas que “colorean los días grises».
Los pequeños detalles a los que, a veces nos acostumbramos… y no valoramos ni agradecemos lo suficiente.

Vemos el vídeo y después podemos compartir
¿Qué «colorea mis días grises»?

¡Buenos días, Padre Dios!

¡Buenos días, Padre Dios!
Gracias por este día tan bonito.
¡Qué alegría poder ver el sol!
Gracias por la noche pasada,
porque pude descansar bien y porque tengo salud.
Te doy las gracias porque siempre estás conmigo.
Ayúdame y cuídame en este día. Amén.

Podemos compartir alguna cosa concreta por la que hoy quiero dar gracias…

 

Personas que dejan huella

Personas que marcan

Cada persona con la que compartimos tiempo nos deja huella, nos marca.
Bárbara y su abuelo, los protagonistas del cuento de hoy, nos descubren todo lo que podemos aprender acompañando y siendo acompañados.

LAS ARRUGAS DE LA VIDA

La primera vez que Bárbara se fijó en las abundantes arrugas de su abuelo fue en un día soleado de otoño. Tenía todo su cuerpo lleno de arrugas.

– Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las arrugas.

El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron en su cara.

– ¿Lo ves? Tienes demasiadas arrugas.

– Ya lo sé, Bárbara. Es que soy un poco viejo… He vivido mucho y la vida me ha enseñado muchas cosas. Por eso no quiero perder ni una sola de ellas. Debajo de cada una guardo el recuerdo de algo que aprendí, de algo que me ha enseñado la vida.

A Bárbara se le abrieron los ojos como si hubiera descubierto un tesoro, y así los mantuvo mientras el abuelo le explicaba algunas de ellas: una en la que guardaba el día que aprendió que era mejor perdonar que guardar rencor; aquella otra que decía que escuchar es mejor que hablar; esa otra enorme que mostraba que es más importante dar que recibir… y así otras muchas lecciones de la vida.

Desde aquel día, a Bárbara su abuelo le parecía cada vez más guapo. Con cada arruga que aparecía en su rostro, la niña acudía corriendo para ver qué nueva lección había aprendido. Hasta que en una de aquellas charlas fue su abuelo quien descubrió una pequeña arruga en el cuello de la niña:

– ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?

Bárbara se quedó pensando un momento. Luego sonrió y dijo:

– Que no importa lo anciano que llegues a ser, abuelo, porque… ¡te quiero!

Así es como Bárbara descubrió lo importante que es aprender de todo lo que nos sucede en la vida.

Piensa y comparte:
¿Te ha recordado esta conversación a alguna que hayas tenido tú?
¿Con quién fue?
¿Qué aprendiste o qué te descubrió esa persona?

Para hoy:
Aprovecha cada momento que pases con los demás.
Nunca sabes qué puedes aprender de ellos.

 

Mis manos: un regalo

LOGO HARA

Hoy, como cada jueves, nos toca hacer una máxima un poco más especial.
¿Estás listo?

Música de ambientación para el ejercicio de hoy

Antes de comenzar, siéntate en la postura HARA:
Espalda recta, bien apoyada en el respaldo de la silla.
Pies en contacto con el suelo.
Manos sobre la mesa o sobre los muslos, como prefieras.
Cabeza recta, como si un hilo invisible tirara de ella.

Mantén los ojos abiertos y escucha atentamente las instrucciones.

Extiende las manos sobre la mesa, a la distancia suficiente para que puedas observarlas con detalle.

Hoy te invitamos a «redescubrir» tus manos.
A detenerte a mirarlas y prestar atención a cada rincón de ellas.
(Pausa)

Tómate tu tiempo para observar, con la calma que genera la música de fondo, cada línea, cada forma.

(Damos tiempo para observar, siguiendo, a partir de ahora, con mucha calma)

Los nudillos. Las uñas.
(Pausa)

Revisa cada detalle, aquello que las hace especiales y únicas.
(Pausa)

Mira detenidamente tanto la palma como el dorso.
(Pausa)

Comprueba el tacto: si están suaves o, por el contrario, algo ásperas.
(Pausa)

Presta atención a las sensaciones: si están frías porque acabas de llegar del exterior, o si, por el contrario, están calientes.
(Pausa)

Tus manos, así, tal y como son, son un auténtico regalo.
(Pausa)

Te permiten escribir, trabajar o descubrir.
(Pausa)

Con tus manos cuidas, abrazas, creas lazos, acaricias, ayudas, sujetas a quien no puede,…
(Pausa)

Tus manos pueden servir para hacer lo bueno o, por el contrario, para destruirlo.
(Pausa)

¿Para qué quieres usarlas tú?

Levanta tu mirada y reflexiona sobre lo que acabas de observar.

Compartimos:
¿Has descubierto algo en lo que nunca antes te habías fijado?
¿Habías observado alguna vez tus manos?
¿Cómo quieres usar tus manos?

Para hoy:
Toma conciencia de lo importantes que son tus manos.
Hoy presta atención a cómo y para qué las usas.

Comprometidos

Hoy, 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer.
Es una jornada que nos recuerda la importancia de trabajar cada día por la igualdad, la participación y el reconocimiento de lo que aporta la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.

Este día nos ayuda a ser CONSCIENTES de que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres.
Para reconocer que quedan muchas barreras y obstáculos a los que niñas y mujeres se enfrentan diariamente.
Este día también nos sirve para comprender y COMPROMETERNOS.
La igualdad es tarea de todos y cada uno de nosotros.

Ojalá pronto no sea necesario «celebrar este día».
Hasta entonces, intentemos TRANSFORMAR nuestra realidad mediante pequeños gestos que nos ayuden a poner fin a las diferencias entre hombres y mujeres, niños y niñas.

¿Estamos dispuestos?

 

Gracias por la vida

Dios, muchas gracias por todas las cosas buenas que hay en mi vida.
Te doy gracias por mi familia, por mis amigos, porque tenemos donde vivir y algo para comer cada día.
Gracias por el colegio que nos ayuda a crecer y a formarnos como buenas personas.
Gracias por la paz que podemos disfrutar.
Gracias porque me amas y me acompañas siempre. Amén.

 1-3 Primaria

4-6 Primaria

 

Superar retos juntos

 

 

De la mano del cuento de hoy os invitamos a comenzar la mañana tomando conciencia de la importancia de saber acompañar y sentirse acompañado en las aventuras y retos que aparecen a lo largo del día.

LOS TRES CAPITANES DE BARCO

Había una vez tres hermanos que se llevaban muy bien. La verdad es que eran buenos, aunque bastante traviesos y activos.

Cierto día, sus abuelos les regalaron un gran barco de juguete que les fascinó. Estaban deseando llenar la bañera de agua y jugar con él; hacerle navegar como si estuvieran surcando las aguas de un gran océano viviendo emocionantes aventuras.

Al día siguiente, cuando llegaron del colegio y terminaron sus tareas, los tres hermanos llenaron la bañera, pero, cuando colocaron el barco sobre el agua, observaron cómo el barco se hundía y no era capaz de flotar.

Rápidamente, sacaron la embarcación de la bañera, ya que no querían que el agua llegara al interior del barco y lo estropeará. Entonces se dieron cuenta de que su barco tenía un agujero en la parte inferior. Ninguno de los tres había visto dicho agujero el día anterior y tampoco supieron averiguar cómo había aparecido. Lo que sí sabían era que el barco ya no les servía para jugar en la bañera. Fuera del agua, el barco no podría vivir emocionantes aventuras, por lo que no tendría sentido jugar con él.

– Yo ya no quiero jugar con este trasto roto -dijo el hermano mediano.
– Pues yo tampoco -dijo el pequeño-. Si no podemos hacerle navegar, ¡menudo aburrimiento!

Entonces, el hermano mayor se quedó con el barco. Él no quería renunciar a nevegar con sus hermanos. Quería vivir emocionantes aventuras, vencer a las tormentas y escapar de barcos piratas. Quería que los tres se convirtieran, por unos instantes, en los mejores tres capitanes de los mares, navegando en el barco más rápido de todos los tiempos. Sin embargo, eso no podría ser con un barco roto.

Fue entonces cuando cogió el teléfono y llamó a sus abuelos para explicarles que el barco estaba roto, que tendrían que cambiarlo por otro que no se hundiera. Sus abuelos respondieron lo siguiente:

– El barco no está roto. Es así. Está preparado para comenzar con una aventura y vuestra primera gran aventura es hacer navegar el barco.

«Si el barco se hunde porque tiene un agujero» – pensó el hermano mayor- «solo tengo que arreglar el agujero y podrá navegar”. Y así, intento arreglar el agujero. Primero, probó con papel, pero, al ponerlo sobre el agua, el papel se empapaba y de nuevo se hundía. Después, intentó arreglarlo con cartón, pero tampoco funcionó. Finalmente, lo intentó con un trozo de madera. Para ello, tenía que cortar un trozo del tamaño adecuado y conseguir pegarlo al barco. El hermano mayor se pasó toda una tarde cortando trozos de madera, pero no conseguía cortar el tamaño adecuado para su agujero. En ese momento, entraron sus hermanos:

– ¿Qué estás haciendo?- le preguntó el hermano mediano.
– Intento arreglar el agujero del barco para que pueda navegar.
– ¡Qué buena idea! -le dijo el pequeño- ¿Por qué no nos has avisado? Los tres juntos seguro que podemos arreglarlo y hacerlo navegar.

Y fue de esta manera como los tres hermanos, trabajando juntos, consiguieron cortar el trozo de madera del tamaño adecuado y pegarlo a su barco.

La tarde siguiente, con el barco arreglado, llenaron de nuevo la bañera y consiguieron hacer navegar el barco. ¡Qué contentos estaban los tres imaginando que surcaban grandes mares, vivían aventuras, vencían tormentas y escapaban de barcos piratas!

Esa tarde no solo se convirtieron en los mejores capitanes del barco más rápido de todos los mares, sino que también fueron conscientes de que juntos habían trabajado para disfrutar en la mejor compañía que podrían tener.

Para compartir:
¿Con cuál de los hermanos te identificas?
¿Cómo sueles reaccionar ante los retos o problemas?

Una propuesta para hoy:
¿Qué personas que, al igual que el hermano mayor restaurando el barco, pueden necesitar de tu ayuda?
¡Acércate y superad los retos juntos!